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Aprende a cultivar la conciencia del Espíritu. Ése es el propósito para el que has nacido como ser humano. Fuiste creado, según la ley de la evolución, con el fin de que utilices tus facultades para obtener el éxito en tu vida, la felicidad, el logro, lo Superior en ti. Pero el éxito no es un asunto simple: no puede definirse meramente en términos patrimoniales o monetarios. El sentido del éxito es mucho más profundo. Sólo puede ser medido por el grado en que tu paz interior y tu control mental te capacitan para ser feliz en todas las circunstancias.

Las flores que vemos afuera son realmente hermosas, pero tras de ellas existe un jardín aún más bello. Aunque al principio resulta muy sutil y difícil de percibir, si consigues penetrar en tu reino interior, por la puerta del ojo espiritual, llegarás a descubrirlo. Yo vivo en aquel jardín, en esa región de exquisitas cualidades y de tiernos pensamientos, más dulces y fragantes que cualquiera de las flores de este mundo; allí, la abeja de mi mente liba sin cesar la miel de la presencia divina.

A medida que concentramos la atención en nuestro interior y vivimos más y más en ese reino invisible que existe dentro de nosotros, comenzamos a ver que las cualidades de nuestra alma asumen formas especiales: cada cosa creada es una ventana a través de la cual percibimos la inefable dulzura del Señor. No pienses que la búsqueda de Dios consiste solamente en meditar. Cuando tu visión interior es suficientemente profunda, todos los nobles atributos que expresas en tus pensamientos y acciones brindan el néctar oculto de la presencia de Dios.

Al cruzar la puerta del ojo espiritual descubrimos, dentro de nosotros, la fábrica de Energía Vital inteligente que ha creado todo el universo. Puesto que no nos concentramos en nuestro interior, nos sentimos perplejos ante las huellas que el Espíritu invisible deja en la naturaleza. Contemplamos las obras de Dios y vemos su nombre escrito en la flor, en el firmamento y en todo lo existente, pero Él permanece en silencio. Como seres humanos, somos muy privilegiados, pues de todas las criaturas de Dios somos las únicas que poseemos las dotes físicas, mentales y espirituales necesarias para buscarle, encontrarle, conocerle y comprender su silencioso lenguaje.

¿Qué se considera una vida de gran éxito?

En la imaginación de un niño, el éxito consiste en tener toda clase de cosas con las que pueda divertirse y, quizás, un coche de juguete para correr en él. Un niño pobre piensa en lo feliz que le haría tener muchos juguetes, mientras que éstos tal vez aburrirían a un niño rico, pues hay desasosiego en su alma. Con el tiempo, podría resultar muy difícil agradar al hijo de un rico, dada la gran cantidad de cosas que ya posee. Con el paso de los años, llegamos a reírnos de los deseos que teníamos en la infancia; así pues, ¿quién sabe si lo que actualmente deseamos, con la esperanza de que traiga la realización del sueño de nuestra vida, tenga algún día muy poco interés para nosotros? La experiencia me ha enseñado que esto es un hecho. Yo no quise embriagarme de emociones, persiguiendo incautamente las necedades que veía buscar a otros, y traté de atisbar más allá. Si miramos un poco hacia el futuro, podremos convencernos de que la mayor parte de las cosas que deseamos no nos van a hacer realmente felices.

El éxito es necesario para conseguir las cosas indispensables que requiere la vida, como alimento, vestido, vivienda y salud. Si no poseemos estos elementos básicos ‑al menos en cierto grado‑ nos veremos en una situación precaria. Deberías ser capaz de alcanzar el nivel mínimo de comodidad y bienestar que buscas. Todo el mundo ‑tanto si se trata de personas espirituales como de idealistas materiales‑ está de acuerdo en que existen algunas necesidades físicas básicas que el hombre tiene que satisfacer para preservar el templo de su cuerpo, pues a menos que mantenga su sagrada morada corporal no podrá tener éxito en nada más.

La Verdadera Felicidad es una creación de la propia mente

¿En qué consiste, pues, el verdadero éxito? Si llegáramos a alcanzar todo lo que hemos deseado en esta vida, a la larga terminaríamos por desilusionarnos. Luego de un detenido análisis, pude comprobar por mí mismo que el único placer que sentía por algo era el que mi mente le atribuía. Si retiraba mi atención del objeto, también se desvanecía el placer que aquél me proporcionaba. Así pues, me di cuenta de que el placer es algo interno, un concepto de nuestra propia mente. El atractivo de la más preciosa de las posesiones que puedas tener ante tus ojos desaparece cuando tus pensamientos se retiran de ella. Sólo cuando ponemos en ese objeto nuestra atención percibimos su atractivo. Por consiguiente, es razonable decir que dentro de nosotros, y no fuera, se encuentra casi toda la felicidad que buscamos.

Podemos aumentar o disminuir nuestra felicidad. Cierto individuo, por ejemplo, tiene una pequeña casa y dice: la disfruto más que un palacio; y otro, por el contrario, posee un palacio del que no disfruta tanto como aquél de su modesta cabaña. El secreto del éxito y de la felicidad está dentro de ti. Si has encontrado externamente el éxito y la prosperidad fuera de ti, pero no en tu interior, no has alcanzado realmente el éxito. Un millonario que no es feliz no es un hombre de éxito. No quiero decir, sin embargo, que si tienes un millón de dólares no puedes ser una persona de éxito. Pobre o rico, si consigues ser feliz en la vida habrás logrado un éxito auténtico.

El placer que dura sólo un instante y luego te deja pesadumbre no es felicidad. En el caso de un éxito verdadero, aun cuando el placer inicial de conquista se disipe, persiste el recuerdo gratificante de realización. Todas las cosas buenas que has hecho en la vida permanecen para siempre como gozo en tu recuerdo. Ellas son en realidad el auténtico éxito que has logrado.

El verdadero éxito consiste en ser feliz en todas las circunstancias

El éxito no es un asunto simple: no puede definirse meramente por la cantidad de dinero y de bienes materiales que posees. El sentido del éxito es mucho más profundo. Sólo puede ser medido por el grado en que tu paz interior y tu control mental te capacitan para ser feliz en todas las circunstancias. Ése es el verdadero éxito. Cuando puedas dirigir la mirada a tu interior y comprobar que tienes una conciencia limpia, un raciocinio imparcial, una voluntad firme a la vez que flexible y un profundo discernimiento, y cuando poseas el poder de obtener a voluntad tanto aquello que necesites como lo que consideres valioso, entonces serás una persona de éxito.

Cuando eras niño, podías contentarte con cosas pequeñas, pero ahora tienes la inclinación a pensar que debes poseer varias casas y automóviles, aun a sabiendas de que los dueños de esos bienes no siempre son felices. La sencillez en el vivir y la nobleza en el pensar es, en verdad, lo que aporta el contentamiento. El mantener tu mente en el plano de las ideas te aportará más felicidad que el dejarte absorber por cosas externas. Quienes se preocupan principalmente de atender a la casa, a sus posesiones y a su vestimenta no deben considerarse necesariamente civilizados.

Podemos vestir elegantemente a un perro, pero eso no le hace civilizado. La diferencia entre el hombre y el perro está en que el hombre puede cambiar voluntariamente su conciencia y su naturaleza: puede penetrar en las profundidades de su ser interno, en la región del Espíritu, donde un perro no puede acceder. El amor del hombre es trascendental. Cuando morimos, el perro puede lamentar nuestra ausencia por algún tiempo, en algunos casos hasta su muerte; pero nuestros amigos humanos no nos olvidan nunca (¡a menos que lo deseen!), en el transcurso de sus encarnaciones. La especie humana disfruta, pues, de tremendas ventajas de las que no gozan las demás criaturas.

El progreso evolutivo del hombre yace en la potencia de su pensamiento

Como seres humanos, nuestro mayor progreso evolutivo se logra gracias al poder del pensamiento. Dedica algún tiempo todos los días a tu perfeccionamiento mental. Es más recomendable leer durante un rato que ocuparse día y noche de quehaceres domésticos o de actividades no creativas. Planea tu vida de modo que no vivas caprichosamente, aunque si tienes la tendencia a organizar demasiado tu tiempo, procura también evitar ese extremo. El equilibrio es necesario en todos los aspectos de la vida. En vez de utilizar la mente sólo para programar tu trabajo diario u otras actividades pasajeras, o dejar que la mente desperdicie ociosamente el tiempo, aplícala durante algunos períodos a lecturas constructivas. Ten a mano lecturas de provecho para leerlas con detenimiento en momentos libres. Es muy útil disponer de cierta variedad de materias un poco de ciencia, un poco de historia, filosofía, biografías, viajes y, en general, de todo lo que nos inspire y desarrolle nuestras facultades mentales.

Los libros pueden ser muy buenos amigos y, cuando son realmente selectos, puedes sacar de ellos gran provecho. Al principio te puede parecer muy difícil leer a Emerson, a Milton, a Platón, o a cualquiera de los grandes santos, pero, después de algún tiempo, te sorprenderás pensando las mismas ideas que ellos han dejado. Sentirás que has ganado algo valioso, ya que todos esos sabios adquirieron sus profundos pensamientos en la mina infinita de Dios: ideas que, de otra manera, no se te habrían ocurrido en una sola vida.

Sin embargo, hay muchas personas que leen constantemente pero se sienten incapaces de explicar lo que han leído. La mejor manera de leer un libro es practicar la introspección cuando estamos leyendo, viendo la manera de aplicarlo a nuestra propia vida. Hay que aprender también a discernir lo que se lee y a no aceptar a ciegas lo que digan las lecturas que no satisfacen los criterios de nuestra mente. Para que los libros sean provechosos deben hacerte pensar. Si consiguen eso, verás que tu mente se desarrolla y progresa.

Recibe el conocimiento directamente del Espíritu

Las personas que no leen o meditan, y viven sólo en el plano externo, no adquieren una comprensión profunda de las cosas. La meditación nos mantiene en sintonía directa con el Poder que origina todos los pensamientos. Meditar es ponerse en contacto con ese Poder supremo. Como ser humano, cometerás una injusticia contigo mismo si no lees. Meditar, sin embargo, es todavía mejor. A mí personalmente me gustaría leer, pero apenas puedo terminar dos páginas sin que el deber me llame a otra cosa y, por eso, he renunciado a la lectura. Me resulta de mucho más provecho la meditación: a medida que me interiorizo, aparecen luces radiantes y un gran gozo me inunda, gozo que permanece conmigo el día entero. Eso es lo que yo experimento y lo que experimentan todos los que comulgan con el Señor de la bienaventuranza eterna.

No desperdicies el tiempo. Dios quiere que seas una persona equilibrada. Si permites que tu vida se desequilibre, recibirás el castigo que impone la ley cósmica. Vive con sencillez, haz ejercicio físico todos los días, lee libros provechosos y cultiva el hábito de la meditación diaria. Si meditas sentirás una felicidad mayor de la que jamás hayas conocido. Todo conocimiento te será dado desde tu interior.

Así ha sido mi vida. Desde que llegué a América, hace veinte años, no he leído siquiera veinte libros. No es que me sienta orgulloso de ello, pero debo confesar que habría sido completamente ignorante si no hubiera tenido, gracias a la meditación, la conciencia del Espíritu. Cuando miro un libro, veo que la verdad allí contenida, sea cual sea, ya me fue revelada por Dios. Todo pensamiento y toda verdad procede del Espíritu; si comulgas con Él recibirás su sabiduría directamente. Lee, pues, libros buenos en vez de perder el tiempo en actividades improductivas; y, mejor aún, medita y ancla tu mente en la Verdad última: Dios.

La evolución del hombre establecida por la ley cósmica

En diversas edades y lugares, el hombre ha adquirido, mediante el proceso del pensamiento, diferentes ideas acerca de la vida y del alma. Por ejemplo, cuando los miembros de algunas tribus primitivas tienen dolor de cabeza, piensan que su alma se ha perdido y acuden al hechicero para que les cure. Éste va a los bosques en busca del alma perdida y la trae de regreso en una caja. Luego, vuelve a poner el alma en la cabeza del paciente, con lo que se supone que se le quitará el dolor de cabeza. Existe otra cultura en la que, cuando alguien está enfermo, es costumbre ponerle anzuelos en la carne para que, si estornuda, no se le escape el alma, sino que se quede enganchada en ellos.

De la misma manera que, mediante el pensar defectuoso, algunos pueblos han llegado a conclusiones erróneas acerca del alma, así también otros han llegado, mediante el correcto raciocinio, a una comprensión más profunda. Sabemos que el alma no es un mero soplo de aire, puesto que hay personas que han vivido largo tiempo en estado de muerte aparente y sin respirar en absoluto, demostrando que el alma no puede estar ligada al aliento. El alma es algo que está más allá del aliento o de cualquier otra condición física.

Ya sea que alguien crea o no que es un alma, está obligado por la ley cósmica a desarrollar consciente o inconscientemente su naturaleza más profunda. Independientemente de la ocupación que una persona tenga en la vida, su conciencia está evolucionando siempre que proyecta algo o utiliza su inteligencia de forma creativa. El hombre progresa mediante toda acción constructiva que realiza.

El problema con la mayoría de las personas es que, al realizar una acción, se encuentran pensando en otra cosa distinta: no saben concentrarse en lo que están haciendo mientras lo ejecutan. Por eso debes aprender a pensar en una sola cosa a la vez, con toda la intensidad de tu mente, y poner toda tu atención en lo que estás haciendo. No actúes con desidia. Obrar con languidez conduce al fracaso y la desdicha.

El hombre no debe ser un autómata psicológico, como el animal, que actúa sólo por instinto. Obrar en forma irreflexiva constituye un grave pecado contra el Espíritu que habita en ti. Debemos ser conscientes de lo que hacemos y reflexionar antes de actuar. Hemos de aprender a utilizar la mente, para que podamos evolucionar y tomar plena conciencia de nuestra unidad con el Creador. Todo cuanto hacemos debe ser el resultado de una detenida reflexión.

Proponte elevados objetivos. Es una pérdida de energía utilizar el poder del pensamiento para obtener lo que carece de importancia. Aprende a arrancar las malas hierbas que han crecido en el jardín de tu mente. Haz que ese jardín mental sea tan hermoso que Dios quiera venir a él. Si deseas poseer esa clase de jardín mental, floreciendo en la tierra de la sabiduría, debes simplificar tu vida. Si realizas todas las cosas de manera consciente y sin distraerte, podrás analizar tus actividades, seleccionando lo que es importante y eliminando lo que es trivial. Una vez que hayas cumplido con tus obligaciones, aparta tu mente de ellas y aplícala a otras actividades creativas.

La búsqueda eterna del hombre termina en Dios

Aprende a cultivar la conciencia del Espíritu. Ése es el propósito para el que has nacido como ser humano. Fuiste creado, según la ley de la evolución, con el fin de que utilices tus facultades divinas para encontrar a Dios. El animal no puede encontrarle. Lahiri Mahasaya estaba trabajando en la ciencia de ayudar a los animales a evolucionar con mayor rapidez, pero no vivió para ver terminada su obra. Yo también conozco ciertos métodos que permiten acelerar la evolución de algunas formas inferiores de vida; pero, ¿qué es lo que podemos hacer por los millones de seres humanos que viven como animales?

Abandonan este mundo sin haber alcanzado el propósito de su existencia en la Tierra. Así que, ¿por qué no cumplirlo ahora? Con la concentración lo puedes conseguir. El único sentido de la vida es encontrar al Dios que es todo amor y que nos ha mantenido separados de Él escondiéndose tímidamente de nosotros. Debemos encontrarle. La humanidad está empeñada en una eterna búsqueda de ese algo más que espera le aportará una felicidad completa y sin fin. Para aquellos que han buscado y encontrado a Dios, la búsqueda ha terminado: Él es ese Algo Más.

La naturaleza encubre la presencia de Dios

¿Por qué le fue dada la tentación al hombre? Para que él pudiese buscar a Aquel que es más tentador que todas las tentaciones del mundo. Los atractivos terrenales que te rodean no son para tenderte trampas, sino para hacerte buscar más allá de ellos y te preguntes: ¿Quién creó todas estas cosas? ¿Quién me hizo a mí? ¿Quién soy yo? ¿Dónde estás Tú, Señor? ¿Por qué te ocultas? ¡Háblame!. Cuando te diriges directamente a Dios con estas preguntas, Él te contesta. La mayoría de las personas no le invocan con la intensidad suficiente y por eso nunca le encuentran.

Debes hablarle claramente, con el lenguaje del alma, y decirle: Señor, ya no quiero ver solamente las bellezas que Tú has creado; quiero contemplar tu Rostro que es más hermoso que las flores y más fascinante que todos los rostros creados. Quiero ver Quién se encuentra tras toda la naturaleza. Aun cuando una persona se cubra con un velo, siempre es posible notar que hay alguien detrás de éste. De la misma manera, la naturaleza es como un gran velo cuyos contornos denotan la presencia de Dios. Él está oculto allí, pero tú sólo le echas una ojeada, sin penetrar lo suficiente para ver al tímido Morador. Cuando me sumerjo alerta y silenciosamente en la meditación y se suspende mi aliento, percibo un estremecimiento de bienaventuranza en mi interior, y Él susurra: ¡Estoy aquí!.

La inteligencia que Dios te ha dado es la entrada que conduce al cielo, la puerta exterior de su Reino; pero no la utilizas. ¿Por qué no usarla ahora, hoy mismo? No esperes más; de lo contrario, tendrás que abandonar la Tierra como un perro expulsado a puntapiés por la muerte. Eso sería cometer un crimen contra tu alma. La inteligencia te fue otorgada para descubrir por qué estás aquí en la Tierra: para encontrar a Dios.

Cómo descubrir al Espíritu

Existen varias técnicas para descubrir al Espíritu; el silencio es una de ellas. Practicar el silencio significa acallar todos los deseos externos que tratan de infiltrarse en tu conciencia, para que así puedas profundizar más en tu interior y sentir la presencia de tu alma.

Otro paso o técnica es la devoción, o sea, decirle a Dios pura y sencillamente: Tú me creaste. Yo no quería ser creado. Es, pues, tu responsabilidad revelarte a mí. Nunca atraerás la respuesta divina si te limitas a dirigirle unas pocas palabras al Señor e inmediatamente después le olvidas. Él es difícil de alcanzar debido a que la mayoría no toma en serio su búsqueda de Dios. La técnica de la oración suele resultar ineficaz si las oraciones carecen de suficiente profundidad o devoción. Hay que repetir y perseverar sin desfallecimiento hasta profundizar realmente en la supraconciencia.

La única oración eficaz es aquella en la que tu alma arde con el deseo de conocer a Dios. Sin duda, has orado de ese modo en algún momento de tu vida; tal vez cuando querías desesperadamente algo o, quizá, cuando necesitabas dinero urgentemente. En aquellas ocasiones, eras capaz de abrasar el éter con la intensidad de tu deseo. Así es como debes sentir con respecto al Señor. Háblale día y noche y verás que Él responde.

El yoga es la ciencia para encontrar a Dios

El mejor sistema para establecer contacto con Dios es el yoga, que consiste en diversas técnicas científicas de meditación de comprobada eficacia. Los grandes sabios de la India pensaron que así como existen leyes exactas que rigen los universos creados por Dios, también deberían de existir, lógicamente, leyes precisas cuya aplicación capacitase al ser humano para comunicarse con el Creador. Las leyes espirituales del yoga fueron descubiertas gracias a los experimentos de estos sabios. La ciencia del Yoga se difundirá en este país y alcanzará mayor aceptación que cualquier otro método de desarrollo espiritual. Gradualmente se generalizará la tendencia a apartarse de las iglesias donde la gente acude solamente a escuchar sermones y se preferirán, en cambio, los lugares dedicados a la enseñanza espiritual y los entornos apacibles, para ir a meditar y a experimentar un verdadero encuentro con Dios.

Todos deberían practicar la sagrada comunión con el Señor. Era lo que Jesús hacía cuando estaba con sus discípulos. Yo no estoy aquí sólo para hablar de la dulzura del néctar de la presencia de Dios; mi principal propósito es asegurarme de que lo pruebes. ¿De qué sirve hablarte del Señor, si tú no le conoces ni pruebas su dulzura? Debes alcanzar la realización de Dios, como yo la alcancé.

No te hablo de esta forma movido por el orgullo, sino porque fui enviado aquí para darte mi testimonio acerca de Él. Noche y día, mis pensamientos están con el Señor; no desperdicio mi tiempo. Todo cuanto llevo a cabo lo hago sólo por Dios; me encuentro tan absorto en Él que no me percato del paso del tiempo ni me producen fatiga alguna mis actividades diarias. Mientras trabajo, siento la presencia divina: para mí, la actividad constituye también una forma de meditación. A menudo utilizo la siguiente analogía: a algunas personas les es posible vivir en estado de ebriedad durante años, ocultándose de vez en cuando para tomar un trago de vino y mantener su estado de euforia; después, retornan a sus labores. El hombre que ama a Dios actúa de forma semejante, ocultándose de la gente para meditar en el Señor. Al beber abundantemente el vino embriagador de la presencia divina, susurra: ¡Señor, eres tan hermoso, tan maravilloso! Te amo. Luego, retorna a sus actividades y continúa conversando interiormente con Dios, no importa qué tareas lleve a cabo.

Yo no me separo de Él ni por un momento. Ése es el estado que deseaba alcanzar y el objetivo de mis esfuerzos. Recuerdo que, ocasionalmente, solía sentir que el Señor me había abandonado; entonces deseaba más bien morir que vivir sin Él... Nada podía brindarme felicidad. Tal es el sufrimiento de quienes aman a Dios cuando se encuentran separados de Él. No obstante, llega el tiempo en que el devoto percibe al Señor danzando por doquier y siente la fuente inmortal del Espíritu divino y su bienaventuranza burbujeando en su alma. Éste es el estado que experimentarás si meditas. Ora con tal intensidad que puedas atraer la respuesta divina. En el Guita, el Señor nos ofrece una hermosa promesa: Mantén tu mente absorta únicamente en Mí, concentra en Mí, con discernimiento, tu percepción interior y, sin sombra de duda, morarás eternamente en Mí.

Las técnicas del yoga son más científicas que la oración y por eso nos conducen con mayor rapidez a la comunión con Dios. En mi juventud, cuando solía yo buscar a Dios mediante la oración solamente, a menudo requería de un largo período para obtener resultados. Pero una vez que hube aprendido la técnica de Kriya Yoga y la puse en práctica, con profunda devoción, me fue posible alcanzar los mismos resultados en pocos minutos. Krishna enseñó que el método de la meditación yoga es superior a las vías del ascetismo, la devoción o la oración, la acción correcta y el discernimientos. Es un camino más rápido. Un aeroplano podría llevarte desde la ciudad de Los Ángeles hasta Nueva York en unas pocas horas, pero realizar ese mismo trayecto en una carreta tirada por bueyes se demoraría varios meses. Si practicas yoga, comprobarás que éste es el aeroplano del progreso espiritual.

Tu oración debe ser intensa para llegar a Dios

El verano pasado me detuve en un monasterio donde conocí a uno de los religiosos que residían allí. Era un alma maravillosa. Le pregunté cuánto tiempo había vivido como monje en el sendero espiritual. Aproximadamente veinticinco años, contestó él. Entonces le pregunté: ¿Ve usted a Cristo? No soy digno de ello, me respondió. Tal vez me visite después de la muerte. ¡No! le aseguré, puede verle, desde esta misma noche, si se lo propone de verdad. En ese momento, sus ojos se llenaron de lágrimas y se quedó en silencio.

Debes orar intensamente. Si te sientas noche tras noche a practicar la meditación y a pedirle a Dios, llorando, que se te revele, se desvanecerá la oscuridad y verás la Luz que brilla tras la luz física, la Vida que palpita en el fondo de toda vida, al Padre que se manifiesta a través de todos los padres, a la Madre que se expresa a través de todas las madres, al Amigo que existe en el fondo de todos los amigos, al Elemento que es la esencia de todos los elementos y al Poder que sustenta todos los poderes. Ahí es donde yo vivo, y ahí es donde quiero que vivas tú también.

La práctica del yoga despierta nuestro anhelo espiritual

Te has alejado de Dios, como el hijo pródigo, y únicamente al regresar a Él y hallarle en tu interior podrás convertir este valle de lágrimas en un paraíso. No existe otra forma de lograrlo. Incluso si todos en este mundo fuesen millonarios, los problemas y sufrimientos continuarían, ya que la felicidad permanente no puede ser comprada. Ésta se obtiene solamente mediante la práctica de una técnica yóguica, la devoción y el recogimiento interior. Si practicas yoga habrás ganado la mitad de la batalla. Aun cuando no sientas entusiasmo alguno al comienzo, si continúas practicando llegarás a experimentar aquel intenso anhelo de conocer a Dios que es imprescindible poseer para encontrarle.

¿Por qué no haces el esfuerzo? ¿De dónde emergen, constantemente, todas las cosas hermosas de la creación? ¿De dónde proviene la inteligencia de las grandes almas, sino de la fuente infinita del Espíritu? Y si todas estas maravillas que ves a tu alrededor no bastan para inducirte a buscar a Dios, ¿por qué habría Él de revelarte su presencia? Dios te ha dotado de la capacidad de amar, para que puedas anhelarle por encima de todo. No desperdicies tu capacidad de amar y razonar, ni hagas mal uso tampoco de tu inteligencia y concentración, persiguiendo metas falsas.

Este mundo está constituido sólo por imágenes de luz

La noche es el mejor momento para practicar la meditación; jamás te vayas a dormir sin haber comulgado con Dios. Yo nunca dejo de hacerlo. Anoche, al sentarme en la cama, me rodeó su presencia. La habitación entera y todo cuanto había en ella se transmutaron en una luz deslumbrante. Incluso mientras dormía, permanecí todo el tiempo en los brazos de la Divinidad. Nunca he sentido gozo igual.

La totalidad de este mundo no es más que una película cinematográfica proyectada por la mente de Dios. No existe la muerte, ni la enfermedad, ni la maldad. Algún día, Él te mostrará su Luz transformándose en esta terrible película cósmica de vida y muerte y, posteriormente, hará desaparecer todas esas imágenes hasta que sólo quede su Luz: entonces podrás reírte de la irrealidad de su creación de luces y sombras. Sabrás entonces que Dios hizo todas las cosas de su Luz y que sólo esa Luz es real. Debemos despertar completamente de este engañoso sueño y tomar plena conciencia de que somos rayos de esa Luz inmortal. Dicha realización se logra mediante la práctica de las más elevadas técnicas de meditación del yoga no se puede transmitir mediante conferencias.

Dios es la única meta verdadera

Quienes aman a Dios deberían reverenciarle en todas las religiones. Cualquiera que sea la forma en que me venere la gente, en esa misma medida (de acuerdo con su anhelo, su grado de entendimiento y su modo de adoración) me manifiesto a ellos. Todo ser humano, independientemente de cómo me busque, está siguiendo un camino que le conducirá hasta Mí. No critiques la fe de los demás. Debería existir un genuino amor y respeto hacia todos. Dondequiera que veas un templo o iglesia, inclínate interiormente ante el Espíritu que mora en ellos. No a todas las personas les corresponde servir como instructores religiosos, pero tú puedes, siempre, interesar a los demás en los asuntos espirituales. No desperdicies el tiempo dedicando horas enteras a escuchar la radio o a la lectura de novelas que no aportan nada. Solázate, en cambio, con los mensajes divinos provenientes de tu propia alma. Personalmente, apenas con un suave ajuste de la sintonía de mi amor, escucho su programa aquí, en mi corazón.

Nadie te puede proporcionar la salvación, a menos que la conquistes por ti mismo; no es posible obtenerla mediante meras creencias ni a través de la adhesión a dogmas, sino por medio de tu propio conocimiento y experiencia personal. Diariamente, pregúntate lo siguiente: Si Dios existe, ¿por qué no puedo verle? Si los santos existen, ¿dónde se encuentran?. Si practicas la ciencia de Kriya Yoga, podrás comulgar con Dios y sus santos y hallarás la respuesta a estas preguntas. Mi único deseo es brindarte la Verdad, a fin de que puedas experimentar lo que yo experimento.

El propósito de esta vida es alcanzar la realización del Ser. Conoce tu propio Ser. Siente el latido de la presencia oceánica de Dios en tu corazón. Imagina que te encuentras flotando en el océano, meciéndote en el seno de su poderosa inmensidad, y que al nadar y luego caminar hacia la orilla, para salir del agua, continúas sintiendo la vasta presencia del océano a tus espaldas: ésa es la forma como yo siento a Dios. Él nunca abandona a ninguno de sus hijos, ni siquiera por un momento. El Señor responderá a todas tus preguntas y, entonces, no habrá ya más temores.


Encuentra ese Poder;
siente el océano del amor divino tras tu conciencia
y habrás conquistado el mayor éxito que pueda alcanzar un ser humano.


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